miércoles, 10 de octubre de 2012

Buona macchina il Mini (cap. II)

A la mañana siguiente, Jabubu y Pepo se dirigieron hacia el bar. Había que comprobar si lo que decía Jabubu era verdad o simplemente el deseo de que así fuera.


... capítulo 1...



Al entrar, Bambi estaba poniendo el desayuno a un grupo de clientes y al ver a Jabubu le hizo un gesto de esos de ¡qué pasa colega!.., como si no pasara nada, continuando con esa simpática relación que habían entablado el día anterior ¡españolo!, ¡españolito!... tengo un recuerdo nuevo de España…

Pepo, le dijo a Jabubu “está tan tranquilo, este no ha sido”… Jabubu ya no estaba seguro de nada, en un momento intentó dar sentido a todo lo que estaba ocurriendo.. Bambi parecía que nunca había roto un plato, Pepo era un tipo estupendo, muy educado y respetuoso, vecino del barrio… montar un numerito sin tener pruebas de ningún tipo podría perjudicarles tanto a él como a Carmen… Además estaban muy lejos de casa, no conocían a nadie más… la cosa estaba mala.

Se acercaron a la barra y pidieron dos cafés, se colocaron frente al espejo que cubría toda la pared y al levantar la vista, Jabubu se quedó de piedra al ver un billete de 5.000 pesetas colocado en el rincón inferior izquierdo del espejo, junto a las postales y demás recuerdos… el día anterior seguro que no estaba… ¿será el recuerdo de España que dice Bambi?.. le dio un codazo a Pepo y le dijo “ese billete es nuestro”…

… y comenzó la tensión…


¿qué vas a hacer?, voy a hablar con él… y ¿qué vas a decirle?... que nos dé la pasta que ayer nos robó … Pepo se puso blanco…

Cuando Bambi trajo los cafés, Jabubu le dijo: ¡Buona macchina il mini!, y este le respondió: ¡Bella!... Jabubu pensó: “yastá te pillé”…

Bambi, con cara de sorprendido, se acercó a Jabubu más de lo normal y le dijo por lo bajini: ¿por qué me haces esta pregunta?, Jabubu le contestó: porque con el Mini, nos diste ayer el tirón… las 5.000 pelas del espejo, son nuestras… y como no me devuelvas la pasta, te la voy a liar.

Jabubu estaba dispuesto a poner en marcha toda la parafernalia que utilizaban sus colegas los malotes de la mili.. amenazante, agresivo, con cara de loco y con una navaja de 15 cm en el bolsillo del pantalón y que por aquel entonces utilizaban los fuera de la ley… una Aitor que ya daba miedo aún estando cerrada.

Pepo que vio que el tema subía de tono, intento mediar para poner paz, él si que hablaba italiano perfectamente, Jabubu sólo lo maltrataba… aunque no lo necesitaba, como ya comenté en el capítulo anterior, era un experto en lenguaje corporal y no verbal…

Con parsimonia, tranquilidad y con un respeto digno de un gran diplomático Pepo le comentó a Bambi: mira, mi amigo cree que ayer te vio con un Mini rojo con el techo blanco y que poco después les diste el tirón y te llevaste su bolso con toda la documentación y las pelas de los cuatro… y está totalmente convencido, no sé por qué.

Bambi, hecho un basilisco… ¿me estás llamando ladrón? ¿crees yo os he robado el bolso?...

Jabubu que se había venido arriba y veía que Pepo intentaba endulzar la situación, muy chulito gritó: ¡no es que lo crea, tú nos has robado y nos tienes que devolver todo lo que nos quitaste a la fuerza!

Pepo no sabía qué hacer, pero seguía hablándole a Bambi con mucha tranquilidad, como suelen hacerlo los bieneducados, con madurez, con argumentos, con criterio… pero sobre todo con miedo, mucho miedo.

Pero Jabubu y Bambi ya habían llegado a un punto crítico, uno convencido de que llevaba razón y el otro conraatacando y gritando más aún para despistar…

Jabubu comprobó que así no llegaría a ninguna solución, la cosa estaba mala y Bambi no se achicaba, al fin y al cabo estaba en su territorio y parecía que este tipo de situaciones no eran nuevas para él. Sacó la mano del bolsillo dejando la Aitor dentro, contó hasta 23 mientras intentaba que el tembleque de piernas no se notara demasiado y le dijo a Bambi: mira, si no nos devuelves el dinero, hablaré con tus padres, contaré a los vecinos lo que haces al salir del bar y además llamaré a la policía… tu verás…

Bambi salió a la calle, se hiperventiló y se calmó… después, en una mesa un poco apartada de las miradas de los clientes que veían alucinados una discusión de besugos, les comentó que no se había dado ni cuenta, que no les había conocido, pero que sí, que era verdad, él era el del Mini y que sí, les habían cambiado de sitio el bolso a unos españoles. Bambi era corredor de bolsa, pero ajena.

Pepo respiró ya más tranquilo y con la diplomacia que le caracterizaba, arregló una reunión en su casa a las 12 de la noche. Todos de acuerdo. Al despedirse hasta la noche, Jabubu le comentó a Bambi: oye, la pasta es importante, pero también la documentación y la cámara de fotos…

Por la tarde, al salir de casa de Pepo para dar un paseo por Florencia, la puerta del bar y del portal, estaban llenos de gente, lo más floreado de la vida oscura de la ciudad… como personajes de cómics o de “The Ultimates”

Los seis amigos sentían el peso de las miradas que estaban atrayendo, pesaban unos kilos, miradas de esas que hacen que las piernas no reciban las ordenes del cerebro por estar éste demasiado entretenido pensando en “la que nos van a dar…” y hace que vayan dando traspiés como los bebés en sus primeros pasos…

Bambi se acercó y les dijo: tengo movilizados a todos mis colegas, los documentos no aparecen y la cámara ya la han vendido… va a ser muy difícil recuperar todo…

Vaya, al final la cámara…,

A las 00:00h Bambi estaba en casa de Pepo como había quedado, con un puñado de marcos alemanes, una cara de muy puesto y destartalado y como una moto… pidió veinte veces disculpas a Bilma: ¡ perdonami, ti ho fatto male!, ¡scusa!... les dio el dinero y les dijo: ¡arrivederci, domani di piú!.

En vista que parecía que aquello iba a durar mucho tiempo, todos los días compraban el periódico para estar informados de las fluctuaciones del precio del dinero. Cada día les traía una cantidad diferente de dinero y pedía disculpas a Bilma, hacían números teniendo en cuenta el valor de lo que traía (dólares, marcos, libras esterlinas, francos belgas y franceses…. de todo un poco y al final le decían: aún faltan…. Prefirieron no preguntarse de dónde salía, teniendo en cuenta la ocupación extra de Bambi.

Y así transcurrió toda una semana, sin poder hacer viajes de más de un día de Florencia y con la oportunidad de conocer muy bien la ciudad, cosa que al final fue de agradecer. Llegaron a conocer un japonés en el Ponte Vecchio que se pasaba el día dibujando el puente una y otra vez… no necesitaba ni mirarle. Terminaba un dibujo y ya lo tenía vendido.

Dos día antes de la vuelta a casa, Bambi les había devuelto más de lo que les quitó, no se enteraba de las cuentas y Jabubu pensó que se merecían una indemnización y además tuvo que comprar una cámara nueva para su hermana.

La última noche, a la salida del restaurante en el que celebraron la despedida, muy contentos todos por el Lambrusco y otros caldos, al ir a cruzar una calle sin apenas luz, un Fiat 500, a toda leche casi se les lleva por delante… los del Fiat pararon el motor sin frenar el coche, apagaron las luces… hasta que 100 metros más allá se quedó del todo parado y en silencio… se abrieron las dos puertas y dos individuos salieron casi volando de cada una de ellas…. 

Era Bambi con un colega haciendo horas extras…

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