jueves, 6 de septiembre de 2012

Buona macchina il Mini (cap. I)

En el verano de 1982, cuatro amigos decidieron pasar las vacaciones en Italia: Lunático, Bilma, Jabubu y Milinko, partieron en el Simca 1200 de este último dirección Florencia para visitar a Pepo, un amigo peruano de ascendencia italiana que pasó por el pueblo una larga temporada para después irse a vivir con Carmen, su chica, a la tierra de sus ancestros.

Ese año el Campeonato del Mundo de Fútbol se celebró en España y la final la ganó Italia por tres goles a uno sobre Alemania en el estadio Santiago Bernabeu.


El viaje lo tomaron con tranquilidad, sin prisas y como las posibilidades económicas no daban para más, pasaron por la Costa Azul de refilón y como simples voyeurs, dando ocasión a situaciones de despiste de Milinko cuando al circular cerca del paseo marítimo de Montecarlo sus ojos se le descontrolaran ante la imagen de las chavalas que exhibían su poderío cerca del mismo y que provocaba continuas subidas por los bordillos. Milinko era un auténtico currante, pasaba todo el día con sus vacas, trabajando de sol a sol y era la primera vez que podía permitirse unas vacaciones lo suficientemente prolongadas en el tiempo como para irse a Italia. Todo un reto para él.

El segundo día de viaje, a media mañana llegaron a Florencia y se presentaron en casa de su amigo, los saludos de rigor y a tomar unas birras al bar de enfrente, Pepo solía desayunar allí y sus dueños le conocían desde su llegada al barrio.

El bar, típico de barrio, modesto y con lo justo para sobrevivir sin alardes. Con un gran espejo que cubría la mayor parte de la pared tras el mostrador y en el que sus dueños colocaban por rincones y espacios entre el marco y el cristal, las cosas que día a día iban apareciendo y que les resultaban curiosas; cupones de lotería, fotos, postales de amigos, alguna que otra estampa con un figura religiosa …

El camarero, hijo de los dueños, era quien regentaba el negocio durante el día. Con aspecto desgarbado, mal vestido y con pinta de manguta. Con un parche en el pantalón que seguro no se lo había cosido su madre y que llamaba la atención nada más entrar por la puerta… Bambi, que así se llamaba, era de esas personas que no transmiten confianza alguna, de esas que cuando las ves, inconscientemente y de manera automática, te hacen recordar donde tienes la cartera… al menos eso es lo que pensaba Jabubu, un experto en lenguaje corporal y no verbal y que no dejaba escapar ni un detalle de la situación.

Toda la conversación giró en torno a la final del campeonato del mundo. Los goles de Italia y la celebración del presidente de la república italiana en el palco del Bernabéu. Bambi estaba encantado con la visita de los españoles, al fin y al cabo se parecen mucho a los italianos y con ellos podía compartir alguna conversación sobre fútbol. Un simpático preámbulo de lo que podría ser una buena relación para los días que iban a pasar en Florencia.

A la hora de la comida, Pepo ya había diseñado el cronograma de actividades a realizar durante esos días. Esa misma tarde irían a un concierto de Jazz en una plaza muy cercana a la del Duomo y así podrían darse una vuelta por la ciudad para ir conociéndola y después, al concierto, que resultó muy jipi y simpático, con buenos músicos y la gente sentada en el suelo o bailando, lo normal en estos casos de jipis y bailes…

Al finalizar el concierto aún no había anochecido, salieron hacia casa para cenar y después un paseo para conocer un poco mejor la ciudad de noche.

Al pasar por una calle estrecha, Jabubu, que iba a cola del grupo, vio como un tipo salía de un portal y se metía en un Mini Cooper rojo con el techo blanco.

El grupo pasó junto al Mini por la estrecha acera que daba a la ventanilla del conductor, iban hablando de sus cosas, del pueblo, del trabajo de Pepo y su chica en Florencia… de las cosas que suelen hablarse cuando hace tiempo que no ves a un amigo y te reencuentras con él.

Cuando ya habían dejado el Mini veinte metros atrás, el coche se puso en marcha  y como la acera era muy estrecha, obligaba a pasar por ella de uno en uno si venía un vehículo. Y efectivamente, venía un vehículo, el Mini y desde dentro salio un brazo y medio cuerpo de alguien que agarró el bolso que llevaba Bilma con el dinero de sus vacaciones, la documentación de los cuatro amigos y una cámara de fotos última generación que la hermana de Jabubu les había dejado para el viaje.

Aceleró y tiró del bolso como si le fuera la vida en ello, Bilma no tuvo más remedio que soltar para no verse arrastrada….. coño, qué impotencia!!! Jabubu en un acto de valentía se descalzó y tiro las dos chanclas de goma contra el coche a la vez que se acordaba de toda la familia del que conducía el Mini… un número… Bilma gritando, Jabubu corriendo descalzo tras el Mini, los otros amigos paralizados por la impresión….

Y como solía decir Milinko ¿Y ahora cacemos?...

Jabubu no se lo podía creer, había visto todo lo ocurrido paso a paso y no pudo hacer nada…, pero tenía un as escondido en la manga… sabía quién había sido…..le reconoció por el parche del pantalón...la única persona que habían conocido en Florencia... ahora tocaba convencer a sus amigos que su teoría... era verdad...

Cuando les dijo a sus amigos: ¡sé quien ha sido!, ¡le he reconocido!... estos no sabían si reír o llorar, si pegarle o perdonarle la idiotez que para ellos acababa de soltar… pero bueno, acabamos de llegar a Florencia, sólo conocemos a Pepo y Carmen, no hemos tenido oportunidad de conocer a nadie más… esto es un tirón y ya está…

Y así decidieron ir a comisaría a poner la denuncia y tener un justificante por si necesitaban la documentación más adelante, a la vuelta, en la aduana. En ningún momento se habló de la posibilidad de que podrían conocer al chorizo del Mini rojo, Jabubu pensó que eso podría volverse en su contra y no dijo ni mú a la policía.

Al llegar a casa, todos hechos una pena, sin documentación, sin el dinero de dos de ellos y sobre todo, sin la cámara de fotos de la hermana de Jabubu, este último, volvió a decir: ha sido Bambi, mañana por la mañana iré a hablar con él y a ver que nos cuenta… Otra vez todos levantaron la voz…¡estás tonto!, ¿cómo va ser él?, si nos conoce ¿cómo iba a robarnos?...

Esa noche no salieron, se les había cortado todo el rollo, Jabubu no durmió y pasó la noche preparando la estrategia a seguir en la visita al bar. Por aquella época frecuentaba unos conocidos de muy mala reputación; rockeros, macarras y malotes que conoció en la mili y con los que vivió situaciones que mejor no recordar, es posible que actuando como ellos lo hacían, se podría conseguir algo….

... continuará ..

... capítulo II ...

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en mi blog.